Existen vinos de todos los colores, elaborados de una u otra manera, escucharás todo tipo de prejuicios, en contra de los vinos de aguja, en contra de los vinos blanco, en contra de los vinos jóvenes, cualquier vino tiene detrás sus fans y sus detractores. No hagas caso de ellos, todo tiene su tiempo y su lugar, es cuestión de saber elegir.
Hace poco, en una reunión familiar, para comer en el exterior, una comida informal, en particular una suculenta paella valenciana tuve una discusión sobre la elección del vino, en particular entre cuñados. La batalla se centró en dos vinos, un maceración carbónica con tres meses de barrica, cojón de gato, en contraposición con uno de los vinos “nobles” de la Ribera del Duero, un vinazo de larga crianza, altas puntuaciones, premios, medallas y diferentes condecoraciones. El resultado, por aclamación del público fue en favor del joven Cojón de Gato. La temperatura, las copas y el resto del entorno hacen que la opción ideal no sea necesariamente la del vino “más caro”.
Cada vino pues, tiene su momento, Que tire la primera piedra el que en un restaurante chino no se haya tomado su botella de rosado “supermercadero” con aguja, llámalo Peñascal, Mateus, Lancers o Casal Mendes.
¿Recordais la primera copa de vino que tomasteis? Con toda probabilidad un espumoso, un cava en una reunión familiar, apretando, me sirve hasta un calimocho. Sin esa primera copa nunca hubiese entrado el gusanillo del gusto por el vino.
Las circunstancias son pues las que determinan el momento para cada vino, un vino blanco puede lucir en un aperitivo, puede lucir acompañando un arroz, un pescado, un marisco o ser una copa ideal para tomar entre horas.
Existen vinos también que juegan en una liga aparte, que solo son aconsejables consumir bajo unas determinadas circunstancias, más allá de los vinos especiales (Sauterns, fondillón etc…) los vinos de alta expresión, que realmente son de alta expresión y que hay que beber (si queremos amortizar su elevado coste) teniendo en cuenta sus características inherentes. Son los vinos más indicados para tomar en una cata, habiéndolos descorchado con las horas de antelación que sean recomendables en cada caso, con toda su ceremonia son vinos para disfrutar por si solos o en circunstancias muy determinadas, se convierten entonces en los protagonistas únicos.
Hemos pasado del vino más informal al extremo contrario, entre medias un abanico muy amplio de vinos y momentos que encajar. El tinto con buen cuerpo para una cena con amigos, el cava para disfrutar en una velada romántica o el vino de reserva para un encuentro familiar.
Más allá de los maridajes, hay que saber encontrar también esa relación ideal del momento y su vino, esa armonía y ese equilibrio con las circunstancias.