Todo cambia cuando aparece su bendición, cuando agitan su larga varita, aparecen las sonrisas, los puntos ebullen y los halagos relucen. Cuando los gurús del mundo del vino hablan sube el pan, las bodegas esperan su aprobación, su loa, una vez prendida la mecha no hay quien lo pare.
Estas alabanzas acaban en modas, ocurre de manera recurrente, por ahí han pasado Beryna, Gramona Imperial, Pruno, Luis Cañas, Hacienda López de Haro y ahora le ha tocado a Pétalos del Bierzo. Hasta ese mismo momento daba igual que te desgallitaras hablando bien de ese vino en particular (ojo, todos son excelentes vinos), la venta era la que era y a quien no lo puedes convencer y no se quiere dejar convencer, pues eso, no lo puedes convencer. Dos
días después llega el gurú de turno, la noticia del momento, la puntuación de tal o de cual que propician un eco que se hace imparable. Vuelve a entrar esa persona y te pide el vino en cuestión, pero claro, la bodega ha suprimido las promociones, el distribuidor los descuentos, y claro, sube el pan, ahora además somos los malos ¡¡¡
De poco sirve que uno de los gurús sitúe un vino en el vagón del medio, ha venido otro que ha dicho que esta compra es la mejor, una gran inversión, si la mecha prende, la bendición está echada. Esa bendición además tiene más cualidades sobrenaturales, cuando un vino de una determinada cosecha es tocado por la varita mágica, esto afecta también a las futuras cosechas, a veces éstas acaban por ser además cosechas más abundantes.
Hay que poner todo esto en su justa medida, los gurús están ahí y se les puede escuchar pero cuanto vino es el que se queda sin tan siquiera ser catado, conozco bodegueros que rehúsan presentarse a concursos, vemos a menudo como después, vinos merecedores de estar en posiciones destacadas acaban desmerecidos por puntuaciones mediocres. Camuflados en una página cualquiera de esta o aquella publicación.
Cuando un vino es tocado por la varita mágica sin duda hay merecimientos sustentándolo, insisto en que siempre se trata de grandes vinos, pero otros grandes vinos se quedan a su vez mirando de reojo esperando que algún día la varita apunte hacia ellos, como una especie de lotería del vino, que te pone en un pedestal, o simplemente te deja en la compañía de todos los demás.